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Volver a la escuela: aprenden a leer y escribir en un mercado persa de la Ciudad de Mendoza

El Sol - Martes 21 de mayo de 2013

Dieciséis adultos mayores decidieron volver a empezar pese a los años. Cuando eran niños no terminaron la escuela primaria. Historias de vida y esperanza

“Quiero aprender a leer para enseñarle a mi hija y ser maestra para cuidar niños”, dijo Isabel con su pequeña Ailén en brazos, rodeada de sus compañeros de clases en el Centro de Alfabetización N° 11  “Juan Draghi Lucero”, que desde hace tres años funciona en calle Mitre entre General Paz y Las Heras de Ciudad.

Donde antes funcionaba un supermercado, montaron un persa de grandes dimensiones que se llama “Bicentenario” y entre todos los puestos de venta, pasando por uno de los pasillos principales, se llega a un espacio reducido que no es un negocio, es un aula donde dictan clases. Apiñados alrededor de una pequeña mesa, se empeñan con las vocales o con el Himno Nacional, mientras comparten la merienda.

Los 16 alumnos que asisten a clases en este centro tienen puestos o trabajan en el mismo persa. Por eso cursan de lunes a jueves, de 13 a 16, que es el horario en que cierra el comercio. La modalidad de su enseñanza es “no formal”, atiende a personas mayores de 15 años y que no hayan terminado sus estudios primarios.

La maestra, Mónica Mitre, se ocupa de enseñarles desde lo que saben o desde sus preocupaciones. Les explica cuáles son las vocales, las tablas de multiplicar o los escucha pacientemente cuando sus problemas los agobian. 

Laura (61 años), que llegó hasta el tercer grado de la escuela primaria, nació en San Juan y cuando tenía 35 años se vino a Mendoza. “Me casé, pero lamentablemente me fue mal", contó. Vendía en las veredas del centro mendocino y gracias a la organización de sus compañeros accedió a un puesto en el “Bicentenario”. "Quiero aprender para poder ser más”, señaló al explicar por qué comenzó a estudiar de nuevo.

Félix (67 años) viaja todos los días desde Fray Luis Beltrán, departamento San Martín, para atender su puesto y asistir a las clases que no quiere perder por nada en el mundo. Nació en Sucre y cuando tenía 19 años dejó su Bolivia natal y se radicó en Mendoza. "Vengo a este centro para aprender a escribir y poder leer mejor", dijo Félix y estremeció a sus compañeros con su testimonio.

Ruth (59 años) que llegó sólo hasta segundo grado, está ilusionada con aprender a manejar una computadora que la señorita Mónica consiguió a través de una donación. “Tengo ganas de seguir adelante”, explicó y, riéndose, indicó que “no pierdo las esperanzas de manejar la computadora para poder hablar con mi hijo que vive lejos”.

“Yo tengo 62 años y quiero aprovechar esta oportunidad que me da la vida", manifestó Bety. “Estamos aquí porque nos gusta aprender”, detalló la mujer y explicó que tiene 5 hijos, todos con la secundaria terminada.

El alumno más nuevo se integró hace dos semanas. Se llama Cristian, tiene 22 años y es el tercer varón de 19 hermanos. Siendo tantos, debió trabajar y nunca fue a la escuela. No sabe leer ni escribir. Trabaja en uno de los puestos del persa y decidió, como sus nuevos compañeros, dar un paso adelante para mejorar su vida.

El programa

El centro “Juan Draghi Lucero” funciona en el marco del programa “Plan Municipal de Alfabetización” que está vigente desde hace 20 años y con él se prepararon unos 5.500 adultos. Actualmente, 150 alumnos asisten a clases y son atendidos por ocho docentes.

Además del  N° 11, los otros centros funcionan en estos lugares: dos de ellos en el barrio Flores Sur; en Rioja 2.059 de Ciudad; en el barrio Cano, en el centro de salud del barrio San Martín; en el gimnasio N° 5 de La Favorita y en calle Beltrán 115 de Ciudad.

Los que son atendidos por el programa son analfabetos o analfabetos funcionales, es decir, que casi no saben ni leer ni escribir.

La modalidad es “no formal”: se aprende a partir de lo que recuerdan de sus primeros grados en la primaria y según sus inquietudes. La docente personaliza su enseñanza según el nivel de cada alumno y cuando considera que está preparado, asisten a una escuela provincial para rendir como “libres”. Así obtienen el certificado de finalización de la enseñanza primaria.

Mientras tanto, Félix, Laura, Bety, Isabel, Ruth, Antonia y Valeria siguen llenando sus cuadernos con sus “sueños interminables”.

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