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Universitarios mal alimentados

Los Andes- Lunes, 11 de abril 2011

Un informe revela que estos alumnos comen con abundante sal, toman poca agua y consumen escasas frutas y verduras. Cuatro de cada diez dijo realizar un régimen sin control profesional. Un programa busca mejorar su calidad de vida.

La nota es baja para los estudiantes universitarios mendocinos en materia de alimentación. Revisan los mails o ven televisión mientras almuerzan, no conocen exactamente en qué consiste una dieta saludable, consumen poco pescado y mucha carne vacuna. Las frutas, legumbres y verduras están casi excluidas de su mesa, pero además reconocieron ingerir mucha sal y poca agua.

Esta es la primera vez que los hábitos alimenticios de los jóvenes y adultos que asisten a la Universidad Nacional de Cuyo son analizados por medio de una encuesta. La investigación incluyó a 380 alumnos matriculados que habían ingresado a la facultad en 2009.

De ese total, 93 por ciento demostró que su alimentación cotidiana es "regular", mientras que 7 por ciento reconoció que se alimenta "mal" y ninguno aseguró que sus hábitos sean "óptimos". Sin embargo, "la alimentación de los estudiantes de la UNCuyo no puede considerarse adecuada pero tampoco es mala", versa en uno de sus apartados el trabajo.

El informe, que se realizó en el marco del programa "Comer bien", permitió a las autoridades educativas obtener resultados concretos para luego diseñar campañas preventivas en materia de salud.

Pero también arrojó conclusiones elocuentes. Los días previos a las mesas examinadoras, por ejemplo, la tendencia demostró que tanto hombres como mujeres comen menos a medida que la fecha se acerca, algo que puede tener un impacto negativo en el organismo si se tiene en cuenta que es justamente en esos momentos cuando existe una mayor exigencia física e intelectual.

Las colaciones y meriendas, tan necesarias para aportar la cantidad de nutrientes adecuados, suelen quedar al margen de la planificación diaria dentro de las aulas. De hecho, siete de cada diez estudiantes dijo no comer cuatro veces por día. A partir de este dato, los especialistas abocados a la encuesta concluyeron que ellos mismos saltan las comidas entre el almuerzo y la cena, ya que el horario de la media tarde coincide con el de cursado. Ello, a su vez deriva en la necesidad de fortalecer la oferta de meriendas que se ofrecen en los negocios existentes en cada unidad académica.

Al ser interrogados a cerca del tipo de nutrientes ingeridos, la mayoría especificó comer lácteos en forma esporádica, al igual que el pescado. A los porotos, lentejas o habas no les fue mejor y las frutas aparecieron reducidas a postre. Lo más llamativo fue el lugar que se dio, nada menos que al agua, ya que la gran mayoría reconoció "tomar poca".

Es importante destacar que la cantidad de líquido vital recomendable por día es de dos litros. Uno debe ser de agua pura, mientras que el otro está presente tanto en las infusiones como así también en las frutas y las verduras. "Si falta agua se puede provocar una leve deshidratación. La sangre disminuye la circulación al cerebro y por lo tanto se restringe el oxígeno y los nutrientes esenciales. Esto puede tener consecuencias en el rendimiento intelectual", explicó Gabriela Olmos, nutricionista a cargo del Comedor Universitario.

La carne de vaca así como las tortitas y alfajores aparecieron entre los productos más consumidos junto con la sal. Sobre este último punto, los investigadores encargados de procesar los datos, hicieron hincapié en la importancia de reducir su ingesta debido a que esta es una de la principales causas de futuros cuadros de hipertensión arterial.

Además de poner el foco en los hábitos alimentarios, es decir, con qué frecuencia y en qué cantidad se consumen los alimentos, la metodología de trabajo permitió descubrir otras variables, como por ejemplo, dónde y con quién almuerzan los estudiantes. La gran mayoría aseguró sentarse a la mesa con su familia, por lo que se deduce que no siempre son partícipes de las preparaciones.

En lo referente a los factores que condicionan su alimentación, los encuestados destacaron que su dieta está limitada por los costos y las preferencias personales. Pero hay más: si hacen ejercicio, es sólo con el foco puesto en cuestiones estéticas y en el caso de iniciar un régimen, cuatro de cada diez dijo hacerlo sin control profesional.

Sedentarismo y estrés

La necesidad de dar a los estudiantes herramientas para que logren incorporar hábitos de vida saludables quedó en evidencia en 2006, cuando la UNCuyo comenzó a aplicar el Examen de Salud Preventivo, que es obligatorio para todos los alumnos de tercer año.

A partir de los controles médicos, los especialistas detectaron que existían hábitos recurrentes entre los jóvenes. "Notamos que el estrés, el sedentarismo, la mala alimentación y hasta la automedicación estaban presentes entre los chicos. Allí empezamos a trabajar para comenzar a diseñar un trabajo preventivo, ya que todos estos factores inciden directamente en el rendimiento académico", aseguró la secretaria de Bienestar Universitario, Belén Álvarez.

Desde ese momento se profundizó la articulación entre áreas clave como Salud Estudiantil, el Comedor Universitario y el Área de Deportes y Recreación. Entre otros trabajos se llevó adelante un estudio para conocer a ciencia cierta cuál era la oferta de alimentos en las facultades. Se incluyeron manzanas y bananas en cada bufet, se informó sobre el beneficio de ingerir frutas en lugar de tortitas y hasta se impartieron talleres de alimentación para embarazadas, entre otras actividades.

 

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