En el departamento 12B de las residencias universitarias de la UNCuyo viven seis chicos. La última habitación del pasillo, de mano izquierda, es la que comparten Ismael y Gustavo, estudiantes de Ciencias Políticas y Administración, respectivamente. Uno llegó de Rodeo del Medio y el otro, de San Martín, ambos esperanzados en no perder más tiempo viajando en micros y aprovecharlo, en cambio, para estudiar y recibirse.

Habitaron el departamento en agosto, al poco tiempo de que las nuevas residencias de la Universidad Nacional de Cuyo reabrieran sus puertas después de los casi cuatro años que estuvieron cerradas por refacciones. Ocupan, junto con cuatro chicos más, uno de los departamentos del primer piso donde hay otros dos departamentos, ambos ocupados por chicas.

En total, las nuevas residencias tienen capacidad para 84 estudiantes, entre los pisos primero y segundo y una planta baja con unos 15 lugares más que queda reservada para huéspedes ocasionales, como estudiantes extranjeros de intercambio o profesores.

Las dos torres que las componen fueron inauguradas en 1996 y se mantuvieron activas hasta finales de 2008, cuando la necesidad de refaccionarlas se presentó. Hoy, luego de su reapertura, cuentan con equipos solares para el calentamiento de agua, algo que se da por primera vez en una universidad argentina.

Con la intención de mejorar y renovar las instalaciones se colocaron nuevos cerámicos en pisos y paredes interiores, se arreglaron, y en ocasiones remplazaron, sanitarios y se renovó la instalación de gas, así como también las respectivas redes de cañerías. Las paredes interiores y exteriores fueron revocadas y pintadas, y los techos se repararon e impermeabilizaron.

“Además se realizaron las obras de accesibilidad universal para personas con discapacidad y se instaló la red de Wi-Fi”, detalló Belén Álvarez, secretaria de Bienestar Universitario de la UNCuyo. Toda la obra tuvo un costo de $500.000.

A estrenar

Cada departamento cuenta con un espacio común donde hay mesas y sillas que los ocupantes comparten tanto para las comidas como para estudiar y realizar las tareas que cada uno tiene. Además, también comparten una pequeña cocina que cuenta con heladera. Los chicos sólo tuvieron que traer los utensilios de sus casas.

El baño también es un espacio compartido. Tiene dos sanitarios, duchas y un lavatorio común bastante amplio, para que pueda ser utilizado con comodidad por todos los inquilinos de un departamento, que en la mayoría de los casos son siete divididos en tres habitaciones de dos personas y una habitación individual.

“A la noche compartimos el lugar en el espacio común, para estudiar o leer”, contó Gustavo Bilbao (19). “Como no coincidimos en los horarios, porque algunos cursan de mañana y otros de tarde, al atardecer ordenamos un poco para mantener el departamento”. Y es que si alguno de los chicos presenta una queja por la falta de higiene de otro, éste puede llegar a perder la beca.

Las normas de convivencia de las residencias se delinearán entre todos los habitantes junto con un equipo de profesionales que destinará a tal fin la Universidad.

Los departamentos son asignados a los chicos por la administración de las residencias. “Ellos tienen la oportunidad de elegir si tienen amigos o compañeros con quien quieren vivir”, aclaró Belén Álvarez.

Las residencias se ocupan por alumnos con becas que incluyen también el almuerzo en el comedor universitario de lunes a viernes.

“Estas becas duran dos años y se les otorgan a los chicos de los primeros años. Ellos deben mantener cierto nivel académico. Una vez que finaliza el tiempo de residencia, quienes mantienen la beca reciben un equivalente en dinero”, agregó.