El discurso del gobernador, Francisco Pérez, ante la Asamblea Legislativa, podría dividirse en dos. Un arranque fuerte, en el que se pudo apreciar a un mandatario con más soltura en la enunciación de conceptos y dardos a la oposición.

Allí volvió a dar fe de su compromiso con el modelo "nacional y popular" que encarna Cristina Fernández así como reinó la palabra hipocresía para fustigar al radicalismo y al PD, las fuerzas políticas que niegan a Pérez el sueño de la reforma constitucional.
 
La segunda parte, más extensa, la de anuncios, promesas y rendición de cuentas, esos clásicos del aburrimiento y el reciclado. En esa parte, la hora y media de Pérez en la palabra perdió brillo y fuerza.

Sobre el final, un poco de emoción cuando agradeció a su familia y pidió perdón por las ausencias. Y nada más.

Como cada 1 de Mayo, el Gobernador concurrió a la Legislatura para abrir el período de sesiones ordinarias. Como todos los años, se produjo la clásica puesta en escena institucional, discurso aplaudido por el oficialismo, defenestrado por la oposición y puesto en foco por la prensa. Todos los rituales deben cumplirse porque, a pesar de las reiteraciones y los aburrimientos, a veces sorprenden los detalles y se curan las heridas.

Quizá porque el ritual siempre responde a las buenas formas, resultó extraño que la palabra "hipocresía" hubiera retumbado tantas veces en el recinto legislativo, ante el aplauso rabioso de los acólitos y el silencio socarrón de los defenestradores.

Pérez habló de hipocresía cuando se habla de trabajo infantil, cuando se justifica en la cultura y la tradición que los niños trabajen. En ese momento, Pérez empezó a calentar motores. Dijo que la mayoría de las provincias reformaron sus Constituciones y acá "se está negando un debate rico y sereno.

Se está negando una reforma a la mendocina, que respete nuestra historia, nuestras tradiciones". La voz de Pérez resonaba mientras desgajaba los nuevos derechos que deberían ser consagrados en la nueva carta magna. Entonces, el reto gubernamental.

"Es parte de esta hipocresía negar la posibilidad de que Mendoza dé un salto de calidad institucional porque se plantea que exista una única reelección para todos. Hay quienes se oponen a ese debate y están en esta sala desde hace décadas. Hay quienes se oponen a ese debate y gobiernan departamentos por más de dos períodos", disparó Pérez.

Entonces las miradas se dirigieron al senador radical Armando Camerucci, que va a pelear su vuelta al Senado y a Mario Abed, que lleva tres mandatos en Junín. Es más, la televisación oficial enfocó en primer plano a Camerucci pero la verdad es que los de la UCR no son los únicos que van por su tercer mandato.

En esas condiciones también hay justicialistas: el diputado Jorge Tanús y los intendentes Rubén Miranda, Jorge Giménez, Roberto Righi, Juan Carlos de Paolo y Joaquín Rodríguez.

Luego volvió a mencionar la palabra hipocresía cuando introdujo la necesidad de una Ley de Ética Pública: "Personalmente voy a traer a este recinto un proyecto de ley que obligue a todos los funcionarios públicos a presentar, ante la Escribanía General de la Gobernación, una declaración jurada de bienes que pondremos a disposición de la ciudadanía", decía.

Lo que no dijo el Gobernador es que hay un proyecto de ley sobre este tema que duerme en la Cámara de Diputados. En realidad, no hay uno solo; varios fueron presentados desde fines de los ?90 hasta ahora. El último lo presentó el año pasado un radical y nunca salió de comisiones.

Unos pocos minutos después Pérez volvió a encenderse. El fuego brotó de su garganta cuando volvió a explicitar su adhesión al Gobierno nacional: "Actualmente Mendoza tiene una excelente relación de cooperación con el Gobierno nacional, comparte la esencia de sus políticas y se ha beneficiado con ellas. Las políticas universales como la asignación por hijo o la inclusión jubilatoria; el crecimiento económico logrado en 10 años; el programa Procrear; la promoción y fomento del turismo, en especial del programa "Argentina Tierra de vinos"; la política de feriados; la obra pública; el apoyo a la educación en todos sus niveles, son sólo algunas de las facetas más visibles de lo nacional en Mendoza".

Luego puso en valor el logro más destacado del abrigo nacional, al menos en la visión de Pérez: la caída del régimen de promoción industrial. Allí su verba enumeró todos los fallidos intentos de voltear la promoción y la larga sucesión de fracasos: "Aun con la presencia institucional de un Vicepresidente mendocino tampoco hubo solución", dijo señalando a Julio Cobos.

"Esto deja claramente expuesto que a Mendoza le va mejor cuando tiene una buena relación con el Gobierno nacional y que esa relación no puede ser alterada ni interrumpida por ambiciones personales porque los retos, los compromisos y las responsabilidades son superiores a cualquier división o personalismo", decía el convencido Pérez.