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Mendoza es la provincia cuyana que más casos de bullying tiene en la Justicia

El Sol - Jueves 17 de abril de 2014

Los datos se desprenden de un informe de la ONG Bullying Sin Frontera, que indica que cinco causas llegaron a la Justicia. Cuatro de estos ocurrieron en escuelas privadas. La DGE aplicará en mayo un guía de recursos preventiva.

Los casos de bullying en la Argentina han aumentado 45 por ciento con respecto al año pasado, según un informe que ha realizado la ONG Bullying Sin Fronteras. La situación en Mendoza no es ajena al resto del país y, en el documento, esta provincia figura a la cabeza de la región de Cuyo en cantidad de hechos que llegan a instancias judiciales.

“En marzo del año pasado, en Mendoza se registró un solo caso, mientras que en marzo de 2014 hay cinco. Cuatro de esos ocurrieron en escuelas privadas; tres en secundarios y dos en instituciones primarias”, detalló el abogado Javier Miglione, titular de esa ONG.

Según explicó Miglione, esta organización realiza un informe por mes y para elaborarlo toma las estadísticas de los poderes judiciales, de los distintos ministerios de Educación y de las víctimas que entran en contacto con ellos a través de su sitio web http://bullyingsinfronteras.blogspot.com.ar/.

“Los datos que ofrecemos son de aquellos que llegan a instancias judiciales. Saber cuántos son realmente es muy difícil porque no todos optan por denunciarlos. Se estima que de cada cuatro hechos que se dan solo uno llega a la Justicia, ya que los padres esperan a que la situación cambie o directamente optan por sacar al chico de la escuela”, aseguró Miglione

Alejandro Castro Santander, miembro del Consejo de Directores en el Observatorio Internacional de Violencia Escolar, se hizo eco de la complejidad que implica poder obtener una cifra real de los caos en el territorio provincial. Detalló que en un estudio que realizó con 10 mil estudiantes mendocinos, 40 por ciento manifestó claramente que si sufría algún tipo de hecho violento o era víctima constante de algún compañero prefería no comunicarlo.

Para el presidente de Bullying Sin Fronteras, este año los casos presentan un grado mayor de violencia que años anteriores. “De los hechos ocurridos en Mendoza, tres fueron en colegios secundarios, lugares donde los agresores son chicos de los últimos años que les quitaban el dinero de la merienda o almuerzo a estudiantes de primer año. Mientras que los otros dos se registraron en primarias en donde hubo golpes hacía una niña y un niño”, aclaró Miglione, y agregó que en San Juan se registraron tres casos y en San Luis dos.

María Rosa Sfeir, de la Dirección de Orientación y Apoyo Interdisciplinario a las Trayectorias Escolares dependiente de la Dirección General de Escuelas (DGE), comentó que han trabajado de diferentes maneras para evitar el acoso escolar. “En primaria no tenemos datos específicos, pero si se han presentado cuatro casos de violencia extrema en las que han solicitado de nuestra ayuda para trabajar en conjunto”, dijo la funcionaria.

También señaló que con la política de convivencia escolar que se implementó el año pasado en las secundarias, a través de la Resolución 445, que establecía que los alumnos recibían un puntaje por su comportamiento, han logrado sacar algunas estadísticas. “En diciembre logramos hacer un muestreo del 60 por ciento de las escuelas secundarias de la provincia. De allí se desprendió que  había un 6,17 por ciento de alumnos con puntajes bajos en cuanto a su convivencia escolar y de ese total, 1,67 por ciento había cometido faltas por acoso escolar”, comentó Sfeir y adelantó que en mayo se les entregarán a los docentes de primaria y secundaria una guía de recursos para tratar y prevenir el acoso escolar.

¿Víctima o victimario?

“El momento más crítico del bullying se da entre los chicos de edades que van desde los 10 a los 15 años. Lo que noté, el año pasado cuando fui a dar capacitación a los docentes mendocinos, es que los estudiantes han naturalizado el maltrato y con eso tenemos que tener mucho cuidado”, dijo la directora de Libres de Bullying, Maria Zysman. “Es común que los chicos no se traten bien, que estén naturalizando el trato despectivo o burlón, pero si nombramos a todo como bullying, cuando realmente un chico la está pasando mal, tal vez se nos escape”, expresó la psicopedagoga.

La especialista señaló que: “Tenemos que sacar el rótulo de víctima-victimario, porque si nosotros estigmatizamos a un chico como víctima difícilmente pueda salir de ese lugar. Un chico no va a decir que es víctima de bullying, pero sí puede modificar su forma de relacionarse con el colegio, por eso los cambios de carácter, ensimismamientos, trastornos de alimentación, pueden ser llamados de atención”.

En este sentido, El Sol Online dialogó con Ester, mamá de un chico de 7 años con trastornos por déficit de atención con hiperactividad, que pasó de ser “el malo de la película" a sufrir bullying por parte de sus compañeritos. La joven mamá comentó con pesar que su pequeño hijo está bajo tratamiento psiquiátrico y eligió cambiarlo de escuela porque se transformó en el centro de burla del grado: “Mi hijo tuvo un par de episodios en los que se alteró y comenzó a arrojar los útiles hacía todas direcciones. En uno de ellos, le pegó con un cuaderno a un compañero y comenzó una persecución hacía él que se hizo insostenible”, dijo Ester.

“Los padres hicieron reuniones entre ellos para tratar de que las autoridades echaran a mi hijo de la escuela por violento y lamentablemente sus compañeros, viendo la reacción de sus papás, lo tildaron de loco. Así fue que lo comenzaron a molestar constantemente y por esto decidí sacarlo del colegio. No me parecía apropiado en las condiciones que él está que tuviera que pasar por esto”, se apenó la mujer.

Al respecto, Castro Santander aclaró que esto es un “caso de bullying muy común en las escuelas primarias. Se los denomina víctimas activas o provocativas. En apariencia son los posibles victimarios y terminan recibiendo el ataque sistemático de un grupo de sus compañero”. Para el profesional, los padres tienen que estar muy atentos y cercanos a sus hijos ya que “no todo es lo que parece”.

Cómo reconocer el bullying

Los niños suelen regresar a sus casas con los uniformes rotos o manchados. Suelen dejar de frecuentarse con sus amigos y pasar muchas horas encerrado. Manifiestan cambios temperamentales y de humor sin causa aparente. Abandonan sin razón actividades que antes le gustaban. Manifiestan cambios en los hábitos de dormir y de comer. Pierden el interés en juegos, pasatiempos y otras distracciones. Muestran dificultad para concentrarse.

Los profesionales aconsejan que los padres exijan a las instituciones educativas que se recopile todos los antecedentes para iniciar la evaluación. Se converse con las personas vinculadas al caso para determinar las características del bullying. Se hable con los involucrados para detectar falsos testimonios y el contexto familiar del abusador.

“Nadie tiene la culpa de ser hostigado. Nadie hace ni hizo nada para merecer ser dejado de lado, burlado o maltratado. Si le hacen creer eso, el niño o adolescente debe pedir ayuda. Contárselo a alguien. Por otro lado, es bueno acercase al compañero que sufre de bullying, tal vez sólo diciéndole para que se sienta menos solo”, detalló Zysman desde su fundación.

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