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La historia de 6 pacientes psiquiátricos que decidieron hacerle frente a la vida

El Sol - Lunes 29 de octubre de 2012

Viven una experiencia única en el Hospital Escuela de Salud Mental Carlos Pereyra. Todos en el lugar están pendientes de esta vivencia y muy orgullosos. El lema es “salir adelante”.

A 27 cuadras de la Peatonal Sarmiento, en la antigua Cuarta Sección de Capital, seis pacientes fatigan cada día con su credo "yo puedo" y enfrentan el último de los desafíos que les dio la vida. Hace 40 días que administran el café del Hospital Escuela de Salud Mental Doctor Carlos Pereyra y cada 15 días distribuyen entre sí las ganancias que quedan luego de pagar todas las cuentas. Es la única experiencia de este tipo en la provincia que, con su estilo, busca la reinserción social y laboral de sus protagonistas.

LA HISTORIA. Hace tan sólo unos meses vivían en medio de gritos y tensiones, víctimas de alguna enfermedad mental, sin la capacidad de apreciar un futuro mejor y tomar las decisiones que les permitieran cambiar. El llanto y el padecimiento hermanaban sus vidas. Tocaron fondo. Quizás en uno de sus últimos intentos pidiendo auxilio pudieron sacar la cabeza debajo del agua y, sacudiéndose, lograron ayuda en la superficie.

Con el tiempo pudieron ingresar a un programa que ofrece el hospital, que es el Centro de Rehabilitación y Capacitación Laboral Milenio. Con el empeño de los profesionales y la mente abierta de la Dirección del Pereyra, unos 60 pacientes decidieron salir adelante y están en cursos de capacitación laboral – reciclados, madera, metal, cerámica, telares, computación, calzados– y otros ya están en emprendimientos productivos, como indumentaria textil, gastronomía y encuadernación.

Seis de esos pacientes hoy son el orgullo de todo el hospital y los siguen y miran con atención: hace 40 días se hicieron cargo del bufet del centro asistencial. Luego de egresar del curso de capacitación sobre dulces y conservas, administran, dirigen, deciden, trabajan, atienden a los clientes, pagan todas las cuentas y cada quince días distribuyen entre ellos el dinero ganado. El café que ellos mismos atienden es hermoso: limpio, agradable, recién pintado. Divididos en dos turnos, trabajan de 7.30 a 13.30 y de 13.30 a 19, de lunes a sábados. En el horario de las visitas, a las 16, se llena de gente.

"Me siento bien, es como volver a empezar", dice Natalia (27), quien confiesa que es una apasionada del Tomba y también de Boca. "Aquí estoy de diez, no me quiero ir nunca", afirma, luego de haber vivido una amarga experiencia por la que la internaron en el hospital. "Antes trabajaba como cajera de un supermercado y renuncié después de enfermarme. Yo pensé que nunca volvería a trabajar. Acá nos acompañan, nos apoyan mucho y nos contienen. Si nos sentimos mal, ellos siempre están al lado de nosotros", relata.

Natalia recuerda sus tiempos de trabajadora: "Como cajera tenía mucha presión, 'que los cinco centavos hay que dárselos al cliente', 'que el cliente siempre tiene la razón'. Trabajé como cajera dos años y 7 meses. Pude comprar muchas cosas en mi casa y por eso la terminamos, bueno... también me quedaron muchas deudas". Ella vive con sus padres y su hermano en el barrio El Resguardo, de Las Heras. "Con el equipo de trabajo nos llevamos muy bien. Hemos tenido algunos roces pero después los arreglamos", destaca la joven y mira fijo a Alejandro (33), hincha de Huracán Las Heras, quien le hace un gesto con la mano "mandándola a lavar los platos".

La licenciada Mabel Dispensa es quien coordina el programa Milenio, y forman parte del equipo la psiquiatra Erika Carballo, la licenciada Karina Díaz y la instructora Adriana Briones, entre otros profesionales; todo bajo la conducción de Manuel Vilapriño, director del Hospital Escuela. Este espacio trabaja desde 1993 y funciona en una casa alquilada en las inmediaciones. Carina (37), otra de las pacientes, señala: "Estoy bien, soy feliz, es algo nuevo para mí". Ella era empleada doméstica y desde que forma parte de esta rehabilitación para su inserción en la vida cotidiana tiene otra mirada de sí misma.

Vive en Godoy Cruz con sus dos hijos, de 15 y 16 años. Le brillan los ojos cuando cuenta que uno de los pibes juega en las inferiores del Expreso. Con lo que gana en el bufet sostiene su hogar. Y tiró la mejor definición que va más allá de lo retórico: "Cuando se quiere, se puede", y con el gesto que hace con la mano, le avisa a la vida que le está devolviendo la factura.

CAMINO DE VUELTA. Dispensa, Carballo, Díaz y la instructora Briones se desviven por explicar que el objetivo de Milenio es trabajar para rehabilitar a los pacientes para su inserción social y laboral. Y subrayan: "Lo bueno que sería que empresarios y sindicatos del sector gastronómico vieran en acción a quienes trabajan en el bufet para que vean que compiten con cualquiera que esté en actividad". Natalia, Carina, Carmen (42), Juan (36), Alejandro (33) y Alberto (59), quienes ya trabajan en el café, y otras 10 personas, tienen bastante experiencia en catering. Por ejemplo, atienden los pedidos que suelen hacer desde la OSEP y algunos eventos privados. El más grande de ellos fue cuando sirvieron a mil personas en el auditorio Ángel Bustelo.

Carmen trabaja en el turno tarde y dijo: "Esta es una etapa muy importante y hermosa de mi vida. Antes, cuando trabajaba, fui administrativa en empresas desde los 18 años". Vive en Rodeo de la Cruz, con su familia, en el barrio San Javier. Natalia, finalmente, hermanándose con quienes estén viviendo alguna enfermedad mental, les dice: "Hay que confiar en Dios y salir adelante. Hay que pedirle que nos ilumine el camino. Siempre hay que tener la ayuda de los profesionales y la compañía de la familia. Hay que tener siempre un objetivo, que es salir adelante".

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