Estudiar en una universidad pública cuesta, en promedio, unos $500 mensuales. La cifra puede hasta quintuplicarse si se le suma el valor de una cuota para una casa de altos estudios privada, que varía de $600 a $2.500 dependiendo la carrera. Aseguran que la buena política de becas tanto propias como del Gobierno nacional contribuye a mantener la permanencia en las aulas. Estudiantes, por su parte, reclaman una mayor flexibilidad en los horarios de cursado para tomar trabajos de tiempo parcial que les permitan costear la carrera.

Clara Scampini está en segundo año de Ciencias Médicas y aunque sus padres pueden mandarla a la facultad sin grandes inconvenientes económicos reconoce que entre sus compañeros muchas veces afinan el lápiz para seguir estudiando. Ella, como la gran mayoría de los cientos que estudian Medicina, no trabaja, puesto que la exigencia de la carrera y los horarios de cursado se lo impedirían. “Pero hacemos de todo para ahorrar. Entre los compañeros ponemos plata entre todos, compramos yerba y nos mantenemos a puro mate”, relata. Consultada acerca de la compra de libros, se ríe y responde: “¿Libros? No, es imposible... Hacemos compendios de libros fotocopiados. Un libro bueno no te baja de $700 u $800 y a veces el profesor indica un solo capítulo. Lo que sí hacemos es sacar en fotocopia color porque para nosotros es útil”.

Sin bajas

“No tenemos un registro fehaciente (de las bajas) pero tampoco percibimos que haya alumnos que estén dejando de estudiar porque no puedan pagarse los gastos. Sí estamos viendo que la inflación está impactando mucho y las becas quedan depreciadas. Terminan siendo una ayuda menor que para el que tiene que vivir con ella no le alcanza”, explicó Adrián Sierra, secretario de Asuntos Estudiantiles de la Facultad Regional Mendoza de  la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).

De cualquier manera, el secretario advirtió de que la buena política de becas que se maneja no sólo en la UTN sino en la universidad pública en general oficia de dique contenedor de la deserción. “Tenemos becas de ayuda económica, de comedor, de fotocopias, están las del Centro de Estudiantes, las que vienen de la Nación, las del programa Progresar. El año pasado se otorgaron 400 becas y en la actualidad se están evaluando unas 640 solicitudes.

En tanto, desde la UNCuyo se informó que durante 2014 se destinarán $24 millones para sustentar más de 2.600 becas, un presupuesto cuatro veces mayor que en 2008.

Fenómeno multicausal

Sebastián Made, presidente de la Federación Universitaria de Cuyo, reveló que muchos estudiantes, ante la necesidad de tener un ingreso para costear su carrera, optan por migrar al sistema privado por el amplio abanico horario que ofrecen universidades e institutos privados. “En la UNCuyo, por ejemplo, no hay horarios nocturnos que permitan trabajar por la mañana o por la tarde”, reforzó.

Y agregó: “Hay múltiples causas por las cuales hay deserción en la universidad. Sin dudas la económica debe ser una de ellas. Pero también es cierto que el mayor índice se da en primer año. Hay facultades donde dejan de estudiar uno de cada tres y en otras dos de cada tres. A veces cuesta adaptarse a la vida universitaria. Pero no sabemos bien por qué se van porque cuando alguien deja no avisa que dejó, entonces no sabemos si cambió de carrera, empezó a trabajar o se mudó de provincia”.

Los gastos fijos que esperan a cada alumno

Almuerzo. Si el alumno debe realizar una comida al mediodía se debe sumar entre $30 o $40 más por día de cursado lo cual puede llegar a significar unos $700 adicionales.

Más colectivos. Si el estudiante para cumplir con el cursado de ciertas materias debe desplazarse a otro sitio (hospital, instituto de investigación, escuela), el gasto en micros se puede duplicar o triplicar.

En desuso. La compra de libros es una práctica ya inusual puesto que muchos docentes recomiendan determinados capítulos de determinadas ediciones, con lo cual comprar un ejemplar es visto como malgastar el dinero. Muchos prefieren fotocopiar en mejor calidad o incluso en colores.