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Cultivos con semillas sin manipulación genética

Los Andes - Lunes 27 de agosto de 2012

Son un grupo de productores que quiere recuperar los sabores de frutas y verduras. Por eso, desde hace tiempo se reúnen todos los sábados en el Barrio Cano y ayer estuvieron en Tunuyán. Intercambian semillas de tomate, arvejas, papas, por ejemplo, no modificadas e impulsan el cultivo sin agroquímicos.

Ana Pérez recuerda cuando era fácil conseguir "tomates con sabor a tomate", en lugar de los que "de tomate lo único que tienen es la forma". También cuenta que en la finca de su abuelo podía comer choclo o arvejas crudas, recién sacados de la planta, en lugar de tener que esperar días a que los agroquímicos perdieran su toxicidad. Por eso, fue una de las organizadoras de la feria de semillas que se realizó ayer en Tunuyán, donde los productores pudieron intercambiar las que obtienen sin alteraciones genéticas. Además, compartieron experiencias de cultivo ecológico.

Ana es una de las fundadoras de la Bioferia de Mendoza, que cada sábado -de 9 a 15- reúne en el barrio Cano de Ciudad a 11 personas que ofrecen productos agroecológicos. De inmediato, la mujer explica que los cultivos orgánicos son simplemente "limpios", sin agroquímicos, mientras la agroecología implica un modo de vida, ligado a la tierra, con amor por lo que se hace y cuidadosa dedicación.

La productora, quien tiene una finca camino a El Manzano Histórico (en Tunuyán), cuenta que pasó de la agricultura que practicaban sus abuelos, en base a saberes antiguos, a la de su padre, con agroquímicos y que ella misma llevó una mochila para aplicar distintos plaguicidas. Pero cuando algunos en su familia comenzaron a enfermarse -su hermano casi muere por una intoxicación- decidió cambiar la manera de trabajar y optar por prácticas más naturales.

Margot García, otra de las participantes del intercambio de semillas, indicó que el precio de las que se compran es alto, la calidad no suele ser buena y la cantidad que viene en los paquetes es poca. Además, se suelen vender en los mismos negocios en los que se comercializan agroquímicos.

Por eso, consideró importante poder hacer un trueque de semillas entre personas que cultivan de acuerdo con la sabiduría antigua, sin utilizar químicos contaminantes. Y también, que cada año se repita el encuentro para que quienes se llevaron simientes en una ocasión puedan aportar las propias en la próxima.

La mujer, quien antes de convertirse en una pequeña productora para el autoconsumo se dedicaba a la medicina, indicó que los pesticidas se acumulan en el tejido graso y que pasan a la leche materna. Además, que no sólo contaminan el agua, el suelo y el aire, sino que su utilización implica un riesgo para las familias productoras.

En cambio, indicó que hay preparaciones caseras -como el té de ortiga o de compost- que se pueden aplicar a la planta cuando la ataca una plaga, pero que esto requiere más atención.

"Aquí hay mucho movimiento anti-minería pero usar veneno en la finca se toma como normal", planteó Margot. Para ella, no sólo es más sano para el organismo cultivar en forma natural, sino que el compartir con otros e intercambiar experiencias promueve vínculos sociales.

"La salud se mantiene de dos maneras: comiendo bien o con remedios, que son muy costosos", lanzó con sencillez Agustín Pérez, hermano de Ana.

En el '89, el joven se fue de Tunuyán a la Ciudad para trabajar en el comercio y regresó a mediados de los '90 a su terruño. Para él, en el campo se vive mejor porque no hay obsesión por el consumo y se comparte. El hombre eligió la agroecología y hace reparto a domicilio a varios clientes que comprenden que para estar sano es fundamental alimentarse con buenos productos.

Dina Martínez también pasó de la agricultura tradicional a la ecológica cuando su esposo falleció y tuvo que buscar una forma de mantener a los seis hijos que todavía viven con ella. Así, le propusieron que siguiera trabajando su finca en Kilómetro 8 (Guaymallén) pero sin usar "veneno", para comercializar a un grupo de clientes. De este modo nació Siembra Diversa, que vincula a varios productores orgánicos con consumidores. La mujer también participa de la Bioferia de Mendoza.

"En los cultivos convencionales echan agroquímicos aunque no hagan falta. Yo uso guano de caballo de un establo donde alimentan bien a los animales", contó Dina. Con esta práctica natural y tradicional, asegura que la tierra ha cambiado, que la siembra intercalada evita las plagas -aunque todavía tiene que pelear un poco con los yuyos- y que a su terreno han vuelto las luciérnagas. "Sólo hay que esperar el ciclo de la planta en lugar de acelerarlo con químicos", señaló.

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