ENTREVISTAS // Salud

"Hay que romper con ese círculo vicioso que es el aislamiento"

¿En qué situación nos encontramos con respecto a la de atención a personas con discapacidad?

Argentina ha sido coparticipe de algunas normas como la convención internacional de personas con discapacidad o la Ley Nacional de Salud Mental (publicada en 2010), que son instrumentos normativos que van estableciendo algunos criterios para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad. Por eso Argentina está en un buen momento para poder profundizar políticas orientadas a la autodeterminación y a la inclusión social, y dejar atrás un paradigma tutelar donde se asociaba la discapacidad y la locura al encierro. Hoy estamos frente a un gran  desafío que es pensar políticas donde la atención no sea incompatible a la inclusión social, sino lo contrario, actualmente no se conciben los cuidados sin inclusión.

¿Se incluye a las personas con discapacidad?

Todavía hay resabios del modelo tutelar de institucionalización. Las resistencias siguen siendo importantes, no solo en Mendoza sino en toda Argentina, y estas restricciones tienen que ver con aspectos de tipo  cultural, históricos y políticos. Dejar atrás un sistema que tiene décadas en el país implica tiempo y un trabajo donde deben intervenir muchos actores. Lo importante es tener el objetivo estratégico de transformarlo. Hay experiencias en Argentina que son muy importantes para conocerlas, donde se ha superado el modelo asilar, tradicional y de institucionalización por un modelo de atención comunitaria, y creo que hay que avanzar y profundizar estas políticas. Tengo entendido que Mendoza ha comenzado a aplicar estos programas, especialmente en el campo de la salud mental. Pero hay que profundizar en el campo de la discapacidad políticas inclusivas, porque esto no solo contribuye a mejorar la calidad de vida de los beneficiarios directos sino que también mejora sustancialmente la calidad de trabajo de los agentes que brindan su apoyo. Además muestra qué tipo de sociedad tenemos. El sistema de salud y atención de un país está directamente relacionado con el tipo de sociedad. Las instituciones de encierro son incompatibles con una sociedad democrática, abierta e inclusiva. Por eso creo que este es un camino que debe ser sostenido en el tiempo e ir más allá de cambios de gobierno, por lo que requiere de una madurez y de una toma de conciencia. No solamente de líderes políticos sino de toda la sociedad.

¿Qué aspectos negativos tiene el modelo tradicional?

Esto lo hemos vivido nosotros en la institución que dirijo hace 11 años. Hasta el año 2003 era una institución de encierro, pabellonada y aislada. A pesar de la misión de la institución, que era la rehabilitación y la reinserción de las personas, lo que se podía percibir era que las personas se enfermaban. Los que llegaban caminando al poco tiempo dejaban de caminar, es decir, producía el efecto contrario. Es lo que se llama iatrogenia institucional, y ocurre porque hay una pérdida de derechos cuando alguien ingresa en el sistema que se traduce en violencia, enfermedad y muerte. Creo que así como estas instituciones han sido funcionales durante décadas a las sociedades, porque era el lugar donde se depositaba a los diferentes, a los locos, lo que está demostrado científicamente es que ese es un modelo que inhabilita en lugar de rehabilitar, y además lo padecen los trabajadores. Los pacientes pierden su derecho a la intimidad, a la identidad, a la libertad, ni siquiera tienen derecho a elegir su propia ropa o qué comer. Es lo que Goffman (sociólogo norteamericano) llamaba instituciones totales, porque está todo seriado, regulado. La vida laboral aparece mezclada con la privada. Trabajadores y pacientes padecen un mismo destino.

Por eso hay que romper con ese círculo vicioso que es el aislamiento. Sin duda esto genera muchísimos miedos, porque el miedo al cambio produce muchísimas resistencias. Pero creo que hay que avanzar con proyectos comunitarios, con apertura de casas en la comunidad, centros de día y eliminar salas de aislamiento. Esas son las medidas concretas que hay que adoptar para romper este circuito de exclusión.